Era tan real que podía oler su olor a marismas.
Incluso sentía la brisa en mi rostro.
Veía incluso la espuma romper en las rocas,
lamerlas y volver de nuevo al mar.
Como vista de pájaro me veía allí
en la orilla sentada siempre junto a mi roca preferida.
Sentía una paz allí sentada.
Que recordé años pasados—años que por mucho que añoremos
jamás vendrán de nuevo.
Pero aun así goce de cada momento en
el que, el sueño me permitió.
Y reí, y llore, al mismo tiempo,
di gracias, por ese instante, por ese
momento, donde solo existía
el mar- y yo.
Carmen Sánchez.
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